Esta semana se celebró la fiesta de Corpus Christi. Hemos dejado atrás vivir de acuerdo con los preceptos religiosos, pero las celebraciones cristianas todavía marcan nuestro calendario y dejan algún que otro poso desprovisto del significado inicial. Se pierde el contenido, pero se mantienen las formas. Como en los inicios del cristianismo, que fagocitó fiestas paganas manteniendo los ritos pero adaptando el significado según su conveniencia. Bueno, ahora también mantenemos los ritos, pero no sabemos muy bien de qué va la cosa y tampoco nos importa mucho...
No conozco el significado exacto de esta fiesta en concreto. Creo que es algo relacionado con la Eucaristía, aunque lo del huevo por ahí pululando como símbolo del retorno es un culto antediluviano. Sea como sea, la sola mención de Corpus me remite al fresco de las plazas de los pueblos, con densas enramadas verdes que rebajan la temperatura un par de grados y un montón de personas absortas y con la mente en blanco mirando un huevo saltironejant sobre un chorro de agua de caudal uniforme. No se qué tiene el show éste, pero ver el huevo danzando al son de la música del agua es un espectáculo absolutamente hipnótico.