Mi madre me regaló un almanaque (Almanac del Cordill) con breves explicaciones de curiosidades, tradiciones, dichos populares, cocina y otras cosas. Lo tengo colgado de la ventana de la cocina, para leer mientras lavo los platos. Una de las entradas de esta semana era una pregaria muy antigua:
Que Dios me conceda serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar; valentía para cambiar las que pueden ser cambiadas, y sabiduría para ver la diferencia entre las que se pueden cambiar y las que no se pueden cambiar.
Y si no hay Dios, ¿a quien le pido eso que tanto necesito?