divendres, 29 de febrer del 2008

Luz de aceite

Siguiendo vuestros consejos, descarté la opción de besar el techo de uralita de la portera, ni para ir a buscar los pantalones que allí cayeron hace más de un año. La terapia calórica es más efectiva.
La complicidad de algunas personas cercanas que también están con un poco de flojera, los encuentros ayer y anteayer con personas muy queridas que hacía tiempo que no veía y una tregua en el trabajo me han hecho olvidar que la vida que llevo no me gusta. La casualidad ha querido que todo esto confluyera en estos dos últimos días.
Tras unos días gris, mi casa revienta de luz esta mañana; el día clama un cambio. He puesto buena música, nada de noticias. Y de desayuno, hoy algo diferente. La música, la luz, y el pan de aceitunas que hice anteayer con un bue chorreón de aceite de Cambrils que me regaló Ester (gràciees!) me han hecho levitar unos milímetros por encima del suelo. Mientras me echaba otro chorro de aceite me he dicho joder, esto es la felicidad. Minutos fugaces en que todas las piezas encajan y todo gira al unísono.
Ahora se acabaron las experiencias místicas, que tengo que ir a trabajar. Y el techo de uralita tendrá que esperar.

dimarts, 26 de febrer del 2008

¿Dónde me lanzo?

Llevo unos cuantos días preocupada, a la espera de una noticia que sabré la semana que viene o la otra, aunque puede adelantarse o retrasarse. Unas cuantas personas tienen mi futuro en sus manos y de ellos depende el rumbo que va a tomar mi vida. No es que me moleste no poder controlar mis destino: es que me entristece, me desespera y me desquicia. Y esto, aderezado con un síndrome premenstrual es un cóctel explosivo, o más bien depresivo.
Tras una semana horrible con catarro incluido, esta semana estoy más productiva. Me he levantado de buen humor, y a las 9:30h he saltado al autobús al ritmo frenético del L.A.womaaaan de The Doors en el ipod, diciéndome que iba a ser un buen día. Pero la cosa ha ido denigrando a lo largo de la jornada. Y eso que he terminado con algo que se me había atragantado hacía unos días.
Al final de la tarde ya me sentía la mierda más grande del universo y he empezado a pensar en diversas posibilidades, a saber:
  • Lanzarme al agua desde un puente (pero claro esto no es NY, así que no se dónde)
  • Lanzarme al vacío por el balcón de mi cuchitril, que para algo es un ático
  • Lanzarme a los brazos del tabaco (otra de mis recaídas)
  • Lanzarme a los brazos de las calorías y grasas

De vuelta a casa con PJ Harvey deprimiéndome desde el ipod ya empezaba a contemplar la posibilidad de saltar por el balcón y estamparme en el techo de uralita de la portera. Por suerte hay pocas cosas que una bolsa de patatas fritas, el chocolate negro con avellanas enteras y una infusión de menta bien cargada de azúcar no puedan solucionar. La gula es mi pecado y mi salvación. Y ya mañana será otro día.

dimecres, 20 de febrer del 2008

La viga en el ojo propio

Desde hace unos meses hay una china en el trabajo haciendo una estancia. Como el resto de gente, al mediodía baja al comedor, calienta su fiambrera en el microondas y se sienta a comer a toda prisa.

No es que me fije mucho en lo que come, pero cada dos o tres semanas le da por traer algo que desprende un pestazo INFERNAL, mezcla entre col fermentada, baquelita requemada y vinagre. Esto me cabrea porque me revuelve el estómago, y entonces empiezo a gruñir, joder con la china qué porquerías come no se da cuenta de que luego los demás tenemos que comer con tufo a insecticida ya le vale etc etc, de esos sermones que se sueltan cuando uno está quemado en el trabajo y lleva toda la mañana ofuscado con algo o con alguien.
Este fin de semana pasado me dio un antojo terrible de comer hígado de cordero. No me di cuenta de las consecuecias que esto podría tener hasta que no calenté la comida ayer al mediodía. De verdad, que no se me había ocurrido. Ante las quejas de los que estaban comiendo, inundé el comedor del trabajo con el pestazo cirrótico de hígado de becerro con ajo y perejil. A mi no me importa, pero es verdad que el tufo es particular y intenso y puede resultar desagradable para mucha gente. Esta vez fui yo la que revolvió el estómago de los demás, seguramente incluyendo el de la china.

Ho sento, Sílvia...
(Foto: JC delante de una bandeja paisa, que huele de puta madre, sabe a gloria y no se termina nunca, gracias juan)

dimecres, 13 de febrer del 2008

No creo que el Dr.A sepa curar caidas de las nubes

Hoy le decía a una persona que depositar en algo o en alguien muchas ilusiones y esperanzas no es una buena estrategia. Esperar algo y no recibirlo puede ser muy decepcionante. La decepción es un sentimiento un poco desagradable. No la catalogaría como de alta intensidad como los celos o el dolor de alguien desaparecido, pero es como mi dolor de rodillas: algo bastante llevadero, que no desvela por las noches, pero que en segundo plano sigue funcionando a pleno rendimiento. Algo con una sombra alargada que me persigue, especialmente cuando el ascensor está ocupado y tengo que bajar por las escaleras.
Yo intento no esperar nada. Así, todo lo que llegue es un regalo del cielo, un extra, un bonus. Y digo intento porque alguna vez mi piloto automático falla y me sorprendo a mi misma soñando con un futuro hipotético y haciendo planes con algo o con alguien. Vale, soñar es gratis y no compromete a nada, pero el batacazo cuando me caigo de la nube no es virtual, es real, y a veces tan bestia que tendrían que enviarme directamente en camilla a la consulta del Dr. A, que no se entera y encima no mira a las chicas.

Fahrenheit 451

Tengo una especial sensibilidad para el olfato. Ando siempre olisqueándolo todo y soy capaz de detectar aromas -y por desgracia también tufillos- muy tenues.
Los olores son capaces de revolverme el estómago, molestarme, traerme recuerdos que creía perdidos en la memoria y acelerarme el pulso. Desde hace muchos años y sin motivo aparente, el corazón se me desboca cuando percibo ráfagas del perfume Fahrenheit. Lo que se conoce como ponerse cardíaco.
Hoy estaba sentada al final del autobús cuando de repente han saltado las señales de alarma y mi temperatura ha subido a 451F, snif snif aquí huele a machoman. He suspirado...oh ese perfume divino y sobrenatural...y rápidamente he buscado al macho en cuestión, pero las filas traseras del bus continuaban semidesiertas y cerca de mi sólo había un viejo. Era la única persona que acababa de subir. Un poco confusa, lo he mirado fijamente: no era uno de esos abueletes que te hacen pensar oh qué venerable anciano. Era un viejo de los de tipo facha, con gafas de sol de Torrente. No entiendo nada. No es cosa de regalar a tu padre jubilado para reyes, a menos que esté separado y quiera pillar cacho en el club de jubilats Sant Jordi a golpe de pastilla azul. Y por otro lado no me imagino al viejo recorriendo los pasillos del Sephora probando perfumes.
Mis moléculas entrando en resonancia con el olor de un viejete con pinta de falangista, hasta dónde he degenerado. Me veo votando al PP el 9-M.
(Foto: ¿qué os parece los portavelas que compré en mi ultima escapada a IKEA?)

El Dr. A no se entera de nada (cosas de piernas)

Hoy he tenido visita con el Dr. B, al que el Dr. A me había enviado. He aprendido bien la lección: me he puesto calcetines negros. Pero sin escotes ni leches; he confiado en el azar, esperando que el Dr B no fuera tan encantador como el Dr A.
Ha resultado que el chico era majo, pero no valía un resfriado por ir despechugada en pleno febrero, y por otro lado llevaba anillo de casado. El brillo del oro matrimonial suele ahuyentarme como el Cucal. Aunque me ha tocado bastante las rodillas, pero eso no me basta. Que todavía no estoy de segundas rebajas.
-Lo del análisis es un falso positivo, está claro
-Ah...
(Y si le digo a mi jefe que el uranio que encontré en la muestra del otro día es un falso positivo me manda azotar. Niñaaaaa, a galeraaaas!!!)
-Nada de enfermedades autoinmunes. Lo que tienes es una X*#Z+K& Y/*$+FORME, fíjate en la radiografía. Es algo mecánico.

Defecto de fábrica en el menisco. La solución es meterme en el gimnasio y ponerme cachas como el David de Miguel Angel para que la musculatura absorba los esfuerzos y no cargar las rodillas. Y esto, in secula seculorum.
Mare, se que de tant en tant em llegeixes. VES PREPARANT EL LLIBRE DE RECLAMACIONS PEL PROPER DIUMENGE QUE VAGI A DINAR.

dilluns, 11 de febrer del 2008

El Dr.A no lo tiene claro y, para colmo, no me toca

El viernes tuve visita con mi amado Dr. A (perdón, Pichi, es un decir). Esta vez seguí vuestro consejo y tomé precauciones. No me refiero a condones. Me puse calcetines negros sin rayas y sujetadores decentes, no sea que le diera por auscultarme (¿? para las rodillas?¿).
-Pues no es nada mecánico. Según la radiografía todo está bien
-Uh?
-Pero en el análisis de sangre hay algo anómalo. Este parámetro muestra un valor que excede lo habitual.
-Uf
-Esto podría indica enfermedades como A*%P, &TQPHA%, ¿SBSDÇ&!)Z o lupus (ésta sí la recuerdo, como buena fan de House), o sea autoinmunes. Te mando al reumatólogo para que te hagan un buen diagnóstico.
TOTAL, que seguimos sin esclarecer el misterio de las rodillas hinchadas. La intriga durará unas semanas más y yo tendré que continuar volviendo a casa en bus en lugar de andar y rebajar culo.
El premio de consolación fue más bien miserable. El Dr. A. me miró la presión, pero no a la antigua usanza agarrando el brazo mientras se sujeta el fonendo. No, el tío usó una de esas maquinitas automáticas que se les regala a los abueletes para controlar que no les de un subidón mientras miran la tele guarra. Un desastre, mientras yo estaba con el brazo extendido sobre su mesa y enchufada a la maquinita de vieja, él estaba tecleando con su ordenador y no me hacía ni el más mínimo caso.
¿Qué hay que hacer para cambiar de médico de cabecera? éste es una estafa.

dijous, 7 de febrer del 2008

Medallas


Somos crueles por naturaleza. A veces hacer daño nos hace sentir bien. Desde pisotear y destrozar un hormiguero entero en un jardín a decirle cosas rastreras a alguna persona. Actos de los que luego nos sentimos orgullosos y a veces hasta fanfarroneamos.
(Parece que el Bonus es el atropello de viejas¿?)

dimecres, 6 de febrer del 2008

Bañeras



El viernes dormí en un hotel. Había una bañera de hidromasaje a los pies de la cama. Una enorme bañera cuadrada, de casi 2 m de lado, con varios surtidores y hasta luces de colores que le daban un ligero toque hortera; me sentí como Donald Trump...
Estuve pensando un buen rato mientras la miraba, primero calculando cuántos litros de agua serían necesarios para llenarla; después buscando entre los meandros de mi mente algo de conciencia ecologista que me impidiera poder disfrutar de este lujo.
Teniendo en cuenta que yo soy carne de Pensión Lola, ¿tengo que aprovechar esta oportunidad única? ¿o tengo que sobreponerme a la tentación porque es un delito ecológico con tanta sequía?

diumenge, 3 de febrer del 2008

TicTacTicTac

Los fines de semana pasan ráaaaaapido. Mi eficiencia como ama de casa dista mucho de ser la óptima. No consigo organizarme y siempre me falta tiempo, por más que pase el fin de semana sin salir de casa. En casi 2 años de vivir en el cuchitril sólo he hecho siesta de sofá en una ocasión. Algo no va bien.

El hilo de la memoria

Cuenta el mito que el rey Minos de Creta tenía encerrado a su hijastro híbrido, el Minotauro, en un laberinto. El rey había impuesto un terrible tributo a la ciudad de Atenas: entregar 7 chicos y 7 chicas al año, para echárselos al pobre Minotauro y que de esta manera tuviera algo que comer. El príncipe ateniense Teseo se ofreció como voluntario para ser devorado con otros jóvenes. El tío debía estar buenorro porque la hija del rey y por tanto hermanastra del Minotauro, Ariadna, se enamoró al instante de él y le dio un ovillo de lana, para que lo fuera desenrollando a medida que recorría el laberinto y de este modo pudiera encontrar el camino de salida. Teseo entró en el laberinto, se cargó a la bestia, salió hecho un héroe y se llevó a Ariadna, aunque luego el muy cabrón la dejó tirada en la isla de Naxos. Bueno, luego el tío lo pagó muy caro.
El mito del Minotauro tiene algo de cierto, pero la historia la escriben los vencedores.
Teseo, un garrulo que venía de un modesto poblado, llegó al palacio de Knossos y se perdió, así como suena. El palacio era un complejo de diversos edificios, algunos de hasta cinco pisos, situados a distintos niveles, algunos unidos por alas porticadas y otros separados patios. Había canalizaciones de agua; tenían agua caliente y drenaje de aguas residuales. El temible laberinto del Minotauro era en realidad el palacio de Minos, el rey de una civilización muy adelantada y con una metafísica compleja. En su momento de máximo esplendor, Creta comerciaba con tejidos, aceite y objetos de alta calidad (delicatessen, vaya), tenía una flota extraordinaria y dominaba el Mediterráneo, así que Atenas tenía que pagar tributos. Obviamente los tributos en realidad no eran carne fresca, pero tratándose de culturas un poco sangrientas y en las que la práctica de sacrifios era habitual, no es de extrañar que el mito haya degenerado por ahí.
La enamoradiza Ariadna pone de manifiesto nuestra incapacidad de reconstruir los acontecimientos desde el final hasta el principio. Solemos hacer el ejercicio al revés, nuestra memoria trabaja de manera lineal y en un solo sentido, o como mucho de manera dentrítica pero igualmente hacia adelante.