Este es el motivo por el que he estado semanas sin escribir en el blog. Me he comprado una bicicleta. Mi primera bicicleta es blanca y de baratillo, pero da el pego. La jodida no cabe en el ascensor de mi casa por un par de centímetros, así tiene que dormir en la calle junto a montones de cadáveres de bicis a las que les han robado una rueda, hermanas decapitadas que ya no sirven para nada. Cada mañana me pregunto si ya ha llegado el día en que algún mangui le habrá metido mano.Supongo que es el efecto novedad, pero de momento es como si me hubiera echado un flamante novio nuevo y me monopolizara en plan macho posesivo, porque estoy con la bici que no cago. Salgo del trabajo 3 o 4 veces para asomarme y verificar que todavía sigue anclada en la puerta. La cojo para ir a comprar a 4 calles de distancia o para quedar con alguien. Además es como si me hubiera salido un novio muy follador, porque me deja cada día hecha caldo. Llevo tantos años sin hacer deporte, echando culo frente al ordenador, que llego al trabajo resoplando sin aliento, sacando el hígado por la boca y sudando la gota gorda.
En esta vida gris que llevo, la llegada de mi novio con ruedas lo ha llenado todo de color. La emoción de poder rodar por la Diagonal con el viento rozando las mejillas, de no tener que aguantar las viejas impertinentes o las personas con higiene deficiente que se hacinan en el autobús, de salir del trabajo a las tantas de la noche y ver que mi novio con ruedas me está esperando pacientemente en la puerta para llevarme a casa en 20'.
Como vea a alguien intentando robarla le corto los huevos.