dimecres, 25 de juny del 2008

Bautizo con dos tacones

Marcaré el 25 de junio en el calendario de mi memoria con rotulador rojo. El día empezó con pocas horas de sueño y el termómetro marcando 28ºC en el interior del Arca de Noé. El resto del día ha sido un descenso a los infiernos, porque la mente me ha jugado muy malas pasadas y el síndrome premenstrual las agudiza todavía más. Con un síndrome postvacacional añadido, me he sentido la mierda más grande del universo.
Tras unas lagrimillas furtivas en el lavabo del trabajo, he salido mucho más pronto que de costumbre y sin pensarlo (será eso lo de la rauxa?) he cogido una bici del Bicing. Hoy llevaba tacones; sin duda no era el mejor día para mi bautizo-suicidio ciclista en circuito urbano tipo Gran Premio de Mónaco (léase Diagonal por la tarde, atestada de coches y peña caminando en todas direcciones y pasándose por el forro el carril bici) pero eso, el calor sofocante y mi falta absoluta de experiencia no ha parecido disuadirme. Ha sido terrorífico. He llegado 45' más tarde, empapada de sudor, con las manos temblorosas , la mente en blanco y la sensación de que no todo está perdido. Ahora, mientras escribo esto y apuro una cerveza fresquita, me doy cuenta de que la salvación es posible cuando uno es capaz de saltar por encima de sus límites.

1 comentari:

Minerva ha dit...

Es que los límites nos los imponemos nosotros mismos a base de miedos, prejuicios y complejos.